DIÓXIDO DE CARBONO (CO₂): ORIGEN DE LA BIOMASA

El dióxido de carbono es especialmente conocido como aditivo en los refrescos. Pero en el tratamiento de agua potable, la neutralización de aguas residuales y la fertilización de invernaderos también se utiliza dióxido de carbono. Sirve como refrigerante, en forma de hielo seco, como agente de limpieza, como medio refrigerante, por ejemplo para la refrigeración de caterings o transportes (hielo seco), y ayuda a combatir incendios.

El dióxido de carbono es una estrella mediática: ningún otro gas es objeto de más atención en la prensa. Sin embargo, debe ese honor a su reputación de villano, porque el gran público lo ve sobre todo como un "gas de efecto invernadero". Pero rara vez se mencionan sus numerosas propiedades útiles. Por ejemplo, el hecho de que el crecimiento de las plantas sería imposible sin CO₂, lo que también lo convierte en una condición previa indispensable para la vida superior.

Junto con el agua, las plantas se componen principalmente de carbono. El carbono que necesitan para sus raíces, tallos, hojas y frutos procede del CO₂ del aire. Las plantas, a su vez, constituyen la base nutritiva de todo el mundo animal, incluido el hombre.

A lo largo de cientos de millones de años, esa biomasa también creó las gigantescas reservas de carbón, petróleo crudo y gas natural que el hombre quema ahora cada vez más deprisa para convertirlas de nuevo en CO₂. Por eso aumenta la proporción de dióxido de carbono en la atmósfera y su efecto de aislamiento térmico contribuye al calentamiento global.

En usos técnicos, algunos de esos gases de escape de CO₂ se recuperan y se les da un buen uso. La aplicación más conocida es el enriquecimiento de refrescos que deben su efervescencia de ácido carbónico al gas.

Como hielo seco, se utiliza para enfriar y congelar. En el tratamiento del agua potable y la neutralización de las aguas residuales, desempeña un papel cada vez más importante y definitivamente ecológico. A diferencia de los ácidos agresivos que utilizan otros métodos, no deja residuos perjudiciales.

Su uso en invernaderos transforma el dióxido de carbono de nuevo en biomasa, ya que las plantas toman su carbono para su crecimiento y liberan el oxígeno.